MANEJO DEL DUELO EN NIÑOS PREESCOLARES
Cuando hablamos de duelo nos referimos al
conjunto de fenómenos que los seres humanos manifestamos en los ámbitos
psicológico, biológico y social tras una pérdida afectiva. El duelo consiste en
un proceso adaptativo, es decir, que “se va elaborando”. Se trata de uno de los
acontecimientos más estresantes en la vida de una persona y cada individuo necesita
un tiempo variable para la recuperación.
Un caso especial de riesgo son los niños
que pierden a su padre o madre, cuando alguna de estas figuras importantes está
ausente los pequeños experimentan una angustia de separación.
El concepto de muerte es abstracto y
complejo, la forma de abordarlo depende de múltiples factores como la edad,
educación, creencias religiosas, estabilidad emocional, entre otras.
Hasta los 3 ó 4 años hay una ignorancia
relativa del significado de la muerte y no se considera como algo definitivo.
Se suele confundir la muerte con el dormir. Entre 4 y 7 años, la muerte sigue
siendo un hecho temporal y reversible, y los muertos tendrían sentimientos y
funciones biológicas. Pueden preguntar cómo come el fallecido o si va al cuarto
de baño. También puede haber “pensamientos mágicos”, en el sentido de que
pueden creer que un mal pensamiento de ellos causó esa muerte. Entre 5 y 10 años,
la muerte sería final e irreversible, pero los muertos conservarían algunas
funciones biológicas. En muchos niños antes de los 10 años, la muerte sería
irreversible y consistiría en el cese definitivo de todas las funciones
biológicas. En casi todas estas edades, el hecho de la muerte le ocurre a los demás y no se piensa en
una muerte propia.
En realidad, antes de los cincos años no
se llega a entender los tres componentes básicos de la muerte:
1. Es irreversible, definitiva y
permanente,
2. Consiste en la ausencia total de las
funciones
vitales y
3. Es universal, es decir, que nadie
escapa de morir.
También antes de esa edad es muy escasa la
tendencia a llorar por un duelo. Lo que suele haber, sobre todo, es perplejidad
y confusión. Es por eso que preguntan reiteradamente por el fallecido: dónde
está y cuándo volverá.
Hay tres temores muy frecuentes en el
duelo infantil:
1. ¿Causé yo la muerte?,
2.- ¿Me pasará
esto a mí? y
3. ¿Quién me va a cuidar?
Puede dividirse el proceso de duelo en los
niños en tres fases:
1. Protesta. El niño añora amargamente al
progenitor fallecido y llora suplicando que vuelva,
2. Desesperanza. Comienza a perder la
esperanza de que vuelva, llora intermitentemente y puede pasar por un período
de apatía,
3. Ruptura de vínculo. Empieza a renunciar
a parte del vínculo emocional con el fallecido y a mostrar interés por el mundo
que le rodea.
Igual que ocurre en los adultos, existen
unas manifestaciones del duelo infantil que se consideran
normales y que se enumeran a continuación:
• Conmoción y confusión al haber perdido a
una persona amada.
• Ira por haber sido abandonados y que
pueden ponerse de manifiesto en juegos violentos, pesadillas y enfado hacia
otros miembros de la familia (dar patadas, por ejemplo).
• Vuelta a etapas anteriores del
desarrollo emocional con conductas más infantiles (exigiendo,
por ejemplo, más comida, más atención,
hablando como un bebé o miedo a la oscuridad).
• Culpabilidad derivada de la dificultad
de relación con el fallecido o de la creencia de haber
causado su muerte por el mero hecho de
haber deseado en algún momento que ya no
estuviera o que desapareciera.
• Tristeza por la pérdida, que se puede
manifestar con insomnio, anorexia, miedo a estar
solo, falta de interés por las cosas que
antes les motivaban y disminución acentuada del
rendimiento escolar.

El pequeño puede presentar cualquiera de estas
manifestaciones o algunas otras, hasta el momento, en el consultorio he observado
la última que está en negritas.
El abordaje debe ser un trabajo en equipo
con la familia, ustedes como escuela y su servidora en consultorio. Hay que
proveer de afecto a Iñaki, darle confianza, escucharlo, platicar con él y
resolver sus preguntas sin dar información FALSA o EXCESIVA (como por ejemplo
que su mamá está en el cielo o lo está viendo, ya que a su edad toma las cosas
de forma literal y la va a seguir buscando al voltear al cielo).
Los limites y responsabilidades de Iñaki
deben ser estables, es decir los mismos que para el resto de los niños (en el
caso de la escuela) necesita consistencia en la disciplina impuesta por los
adultos responsables de su educación, hay que evitar victimizarlo o etiquetarlo
como por ejemplo: “pobrecito es que se murió su mamá”, tanto directamente a él
o por medio de los otros niños del grupo.
En los niños no es demasiado frecuente la
tristeza o el abatimiento como en los adultos, sino que las manifestaciones del
duelo suelen ser más bien cambios de conducta o de humor, alteraciones en la
alimentación y en el sueño, y disminución del rendimiento escolar.
La mayoría de las conductas y de los
sentimientos se van atenuando con el paso de los meses, excepto la conexión con
el familiar fallecido, que se alarga en el tiempo y que sirve para elaborar la
pérdida.
Hay que estar muy alertas a los signos de un duelo complicado:
b Llanto frecuente,
b Berrinches o signos de agresividad,
b Apatía,
b Pérdida de interés por actividades que
antes le resultaban placenteras,
b Alteraciones del sueño con pesadillas,
b Miedo a quedarse solo,
b Dolores de cabeza o dolencias físicas,
b Imitación excesiva de su mamá y
expresiones repetidas de reencontrarse con ella,
b Disminución del rendimiento escolar o no
querer ir a la escuela.
Recomendaciones para casa y escuela:

Anexo
algunos libros que pueden apoyar a abordar el tema de la muerte con los niños
de preescolar:
• Caracoles, pendientes y
mariposas – Alvarez A. – Ed.
Edelvives, Madrid 2002
• Los niños y la muerte – Kübler-Ross E. Ed. Luciérnaga, Barcelona 1992.
• Osito y su abuelo – Gray N. Ed. Timun Mas, Barcelona 1999.
• Recuerda el secreto – Kübler-Ross Ed. Luciérnaga, Barcelona 1992.
• Te echo de menos – Paul Verrept, Ed. Juventud. Barcelona 2000.
• Consejos para niños
antes el significado de la muerte –
Wolfelt A. Ed. Diagonal, Barcelona 2001.
• Mamá, ¿qué es el cielo?
– Shriver M. Ed. Salamandra, Barcelona 2000.
• Se ha muerto el abuelo
– Saint Mars D. Bloch S. Ed. Galera, Barcelona 1998.





pasarse al otro extremo de dejar la casa como
si el difunto estuviese a punto de entrar en cualquier momento. No convertir la
casa en un santuario.



Psic. Montserrat Espinosa Santamaría Lic.y Mtra. en Psicología por la UNAM
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