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miércoles, 28 de septiembre de 2016

¿Cómo ayudar al autocontrol? Regulación de emociones con la Botella de la Calma


Recomendaciones para el  uso de la botella de la calma.



La experta en Educación María Montessori nos propone una técnica para apoyar a los pequeños (y adultos también) a autorregularse cuando las emociones sean muy altas, están llorando o enojados y nos preocupan esos momentos en los que los niños pierden el control, les domina un berrinche y no son capaces de gestionar sus impulsos. 
Con la botella de la calma o la paz (además de paciencia y comprensión firmes), podemos apoyarlos al brindarles esta herramienta que les ayudará a gestionar sus emociones y autocontrol para calmarse y sentirse mejor, a hacer más lenta la respiración y el latido de nuestro corazón, y se llama autocontrol. Al igual que los copos de la botella cuando la dejamos quieta se calma, con las emociones y pensamientos pasa igual, ayuda también a mejorar la atención y la concentración.
Según estudios en neuropsicología, mientras que el niño observa la caída de brillo, puede organizar y centralizar el sistema nervioso. Cuando el niño está estresado, su ritmo cardíaco se acelera junto a su respiración y al ver la lenta caída del brillo, genera un modelo visual para inconscientemente entregar una señal al cerebro que disminuya la agitación. Además, mientras sucede esto, el adulto puede proporcionar un espacio para que el menor  trate de explicar las razones de la tristeza, la ira o la frustración.
Hay que considerar que cada niño responde de una manera diferente y que habrá que probar el interés que tenga frente a este pote de la calma. Asimismo, que éste funciona mejor con niños de dos a cinco años, y es importante que el tamaño del bote sea el apropiado al tamaño del niño.
Es recomendable elaborar la botella con el niño, hacerlo partícipe y platicar que al agitarlos se mueven muy rápido (como nuestros pensamientos y emociones cuando estamos nerviosos, enojados o asustados), y que al dejar la botella quieta los brillos empiezan a moverse cada vez más despacio hasta quedarse quietos en el fondo, así  ellos entienden que al igual que la botella se agita y se calma, a las personas nos pasa igual. (Si el brillo se asienta demasiado rápido pueden agregar más pegamento al líquido. Si es demasiado lento, se puede añadir un poco más de agua, la parte superior de la botella quede firmemente cerrada.)
Es muy sencillo, cuando el niño se presente exaltado deberá tener a la mano la botella y en lugar de pegar, gritar o aventar objetos tomar la botella, agitarla y observar: mientras el brillo se está asentando, el pequeño tiene algo para concentrarse y esto lo ayudará a calmarse. No se preocupen si los niños no entienden muy bien las primeras veces, con la práctica irán comprendiendo:
Agitamos la botella y la apoyamos en el suelo, tenemos que observar muy atentamente como los brillitos poco a poco se van a ir moviendo más despacio, y seguiremos mirando hasta que se quede totalmente quieta en el fondo.  En este momento nosotros ahora también estamos muy calmados porque hemos parado.
En casa podrán usar la botella cada vez que se sientan nerviosos, asustados, enojados o incluso molestos. Que sólo tienen que agitarla y observarla quietos esos segundos para calmarse, en cada ocasión.
La botella logra reenfocar la mente sin que sea necesario que los adultos acabemos interviniendo con castigos, gritos o amenazas.






Los niños suelen emocionarse mucho al principio con la botella, y a veces con la euforia les cuesta calmarse, pero suelen aguantar muy bien el tiempo atentos cuando ven que todos lo hacemos, podemos usarlo toda la familia. Todo lo que hagamos los adultos, les motivará a los niños a hacerlo e imitarlo, hay que ponerles el ejemplo.

En el caso del salón de clases puede haber una botella para todo el grupo o cada niño tener su propia botella (no se aconseja que solo uno o ciertos niños tengan botella, para evitar etiquetarlos o señalarlos). Si es el caso que cada niño tenga su propia botella, el pequeño puede elegir ponerle una etiqueta con su nombre y un dibujo.
*En niños más grandes, adolescentes o adultos puede ser el tiempo para que piense respecto a su actitud.








Psic. Montserrat Espinosa Santamaría Lic.y Mtra. en Psicología por la UNAM

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